En un reino bañado por una luz etérea, donde el aire vibra con una melodía celestial, residen ángeles, no del tipo guerreros alados, sino niños querubines envueltos en amor y sueño. Estos preciosos seres, alojados en cunas hechas con la brillante luz de las estrellas, son un espectáculo digno de contemplar.
Sus pequeños cuerpos, esculpidos en pura inocencia, yacen en posturas de perfecta paz. Sus rostros, ajenos a la dureza del mundo, están pintados con una expresión de serenidad y satisfacción. Sus ojos, cerrados en un sueño reparador, albergaban la promesa de sabiduría y bondad futuras.
Las cunas, cada una de las cuales es una obra maestra del arte celestial, están tejidas con hilos de la luz de la luna y los sueños. Se balancean suavemente con un ritmo que recuerda a una canción de cuna, ofreciendo a sus ocupantes celestiales un remanso de tranquilidad y comodidad.
Sobre ellos, un dosel luminoso brilla con la luz reflejada de un millón de estrellas. Los protege de las preocupaciones del mundo, permitiéndoles soñar en paz.
Al observar esta escena, te invade una profunda sensación de paz. Las preocupaciones de su propio mundo parecen desvanecerse, reemplazadas por una abrumadora sensación de amor y serenidad. Te transportan a un lugar de pura inocencia y asombro, donde sólo existen los susurros de los ángeles y la música de las esferas.
La vista de estos ángeles dormidos sirve como un poderoso recordatorio de la belleza y fragilidad de la vida. Nos recuerda la protección para el bien que hay dentro de cada uno de nosotros, esperando ser despertada. Nos inspira a apreciar cada momento, a abordar la vida con el corazón abierto y a esforzarnos por alcanzar la pureza y la inocencia que residen dentro de estos niños celestiales.
Haga una pausa por un momento, cierre los ojos e imagine esta serena escena. Deja que te envuelva el tierno abrazo de sus cunas, la delicada danza de la brisa y la fascinante armonía que resuena en este espacio paradisíaco. En ese momento de tranquilidad, permite que el amor y la pureza de estos ángeles dormidos toquen tu propio corazón.